El CBD ha sido estudiado para una variedad de afecciones dérmicas entre las que se incluye la dermatitis atópica (eczema), la psoriasis, y el prurito (picor).
Estas afecciones son enfermedades autoinmunes, es decir, el propio sistema inmune ataca a los propios tejidos y/o órganos sanos.
Las propiedades antiinflamatorias del CBD pueden ayudar a calmar y reducir el picor de las personas que padecen estas alteraciones cutáneas, sin comprometer el sistema de defensas.
Por otra parte, existe una amplia evidencia científica que demuestra que el CBD presenta una interesante actividad antioxidante, protegiendo de radicales libres y, con ello, previniendo los procesos de envejecimiento celular.
Por último, también hidrata y contribuye en pieles sensibles, reduciendo las rojeces y aportando un alivio necesario.